lunes, 1 de agosto de 2011

Hay... esas viejas generaciones.

El otro día tuve que ir de urgencia a la TAPO (Terminal de Autobuses Poniente) para comprar un pasaje para, obviamente, irme un par de días a provincia. El caso es que una amiga me dijo que trabaja por ahí y se ofreció a acompañarme y de paso, tomarnos un cafecito para ponernos al día.

Como es costumbre la susodicha estaba retrasada, así que me detuve a comer cuando en la estación San Lázaro comenzó una tocada (musical pinche cochino) y me entretuve escuchando algo que quería parecer rock. Cuando ya habíamos comprado el boleto e íbamos saliendo de la TAPO, un señor de avanzada edad nos abordó: “Disculpen, no soy un limosnero, lo que pasa es que se me fue el camión y necesito hacer una llamada a mi familia para que me compren el boleto y me lo manden”.

Después de analizar que eso bien podría haberme pasado a mí, mi amiga y yo le dimos diez pesos cada uno, osease, el don se llevó veinte talentos, pero como bien lo había advertido el don, no era un limosnero; nos ofreció a cada uno un DVD pirata a cada uno, le dijimos que así lo dejara, que no había pedo, pero el señor insistió hasta que por fin, mi amiga comenzó a ojear las películas mientras el don me hablaba de la poca confianza que le inspiran los chilangos (yo soy mexiquense).

La chica escogió Harry Potter (como todas las chicas que traviesan la post-pubertad) y yo escogí unos videos de The Beatles. Después fuimos por nuestro cafecito endulzado con una leve lluvia y aderezado con una intrascendente pero rica charla acerca de nimiedades, terminamos nuestra dosis de cafeína y regresamos a la tocada que estaba dentro del metro y nos topamos al don que estaba disfrutando de la música metal que estaban presentando una banda de greñudos.

Estábamos esperando el metro cuando sentí una mano en mi hombro, y era el mismo don que iba más o menos para dónde íbamos nosotros. Comenzó a platicarnos de música, que no comprendía porqué a la banda le late tanto el metal, que él no le entiende, que le gustó mucho que haya yo agarrado unos videos de The Beatles. Se fue platicando unas tres estaciones y se bajó.

Y nos quedamos pensando en las viejas generaciones, como la de aquél hombre. Sé que vivimos en una cultura donde respetamos a la gente mayor, lo he vivido y lo he visto; el otro día mientras venía en el metro se subió un viejito pero demasiado grande, y se metió un santo chingadazo en la cabeza y se le hizo un chichón de tamaño considerable, un wey que se veía que estudia medicina (son inconfundibles con esas batas blancas) se lo llevó a su facultad, creo yo para curarle el putazo, que la neta sí estuvo fuerte.

Sí somos amables con los viejecitos, pero sólo con los ajenos. Con la familia es bien normal maltratar a la gente de la tercera edad, pero es más psicológicamente. El otro día estaba viendo un documental acerca del tema, y la cosa está bien triste. Recuerdo un caso en especial, un viejecillo que dijo que vivía en la calle; luego luego pensé “se murió su familia”, ¡pero no!, dijo que no era por eso, que nadie de sus hijos quería tenerlo en casa por temor a que las respectivas parejas los mandaran a la verga.

Eso a mí me parece una pasadéz de verga, por eso es que nunca voy a tener hijos, son una bola de malagradecidos hijos de perra. He dicho.

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