sábado, 21 de agosto de 2010

Citas piteras.

A veces, cuando la vida te da limones, lo mejor es no hacer limonada (si no tienes qué hacer, vete a hacer una mamada). Si no simplemente hay que darse media vuelta, e irse rezando a la chingada.

¿Alguna vez escucharon que el ser humano es la única especie conciente de que algún día va a morirse? Sinceramente, dudo que lo sepan, pero como este blog tiene la OBLIGACIÓN de ofrecer cultura, pues ahora saben ese dato que puede cambiar sus patéticas vidas. Pero eso vale madres.

Así como el hombre es la única especie que sabe que va a colgar los tenis tarde o temprano, también es capaz de darse cuenta de las oportunidades que tiene, y muy a veces, es conciente de las que deja pasar a propósito.

En alguna ocasión, mientras reflexionaba profundamente del porqué dos más dos son cuatro, llegué a la lamentable conclusión de que, en varias situaciones (si no es que en TODAS), el ser humano es un verdadero pendejo: en toda la extensión de la palabra.

Háblese de intelectuales, culturosos, deportistosos, secretarias, taqueros, barrenderos o Jo-Jo-Jorge Falcón. Todos en alguna ocasión no meten una, si no las cuatro patas en la mierda.

(En eso, una tímida mano se levanta en el simposio lleno de jóvenes educandos)

- Pero su majestad Cangrejo, ¿a qué quiere llegar con todo esto?

El Cangrejo responde como si le explicara una operación matemática con manzanas.

- ¡¿Te esperas pendejo?! La conferencia durará tres horas y tengo que aventarme un pinche choro que quede chingón… ¿En qué estaba?

- (Con voz tímida) Que todos somos unos pendejos…

El caso es que nosotros los seres humanos tenemos la puta manía de pensar, a veces en pendejadas, y otras tantas en citas filosóficas, que más bien son frases sacadas de lo más profundo de la colección de las películas dónde sale Carmen Salinas.

Desde mi punto de vista, eso es peor que cualquier albur de Luis de Alba. Cuando nos sentimos tristes lloramos, nos enojamos, mentamos madres, pateamos muebles, fumamos cigarros (¡auch!) y nos ponemos a escribir pendejadas en la red (más auch).

No digo que eso esté mal, de hecho pienso que hacerlo es mucho mejor que amigarse del alcohol. La manera en la que se desahoga la gente es meramente personal y válida, y como diría una buena amiga mía (en paz descanse) “cada quien su culo”.

Pero ya me estoy saliendo del tema.

El caso es que el día 4 de agosto (porque, como es costumbre, estoy escribiendo esto retrasadamente), es un día trascendente en mi vida, y no es porque en dos días vaya a cumplir un año de novios con mi pareja, (cosa que ya pasó).

No es nada de eso, sino porque hoy he sentido que una parte de mí, se está muriendo, y no pendejos, no hablo de cáncer o de gastritis. Más bien me refiero a una parte meramente emocional (creo que algunos lo llaman “madurar”. Pendejos.)

Yo más bien lo llamo “cuando uno se da cuenta de que uno se está apendejando demasiado y quiere desapendejarse”. Piénselo bien y dígame si me equivoco.

(Otra mano nerviosa se alza entre la interesada muchedumbre, y otro joven educando es iluminado por la sabiduría del Cangrejo.)

- Pero Cangrejo Sensei, ¿Cómo llegó a tan compleja deducción?.

Con todos los modales y sabiduría que caracterizan al Cangrejo, la duda del joven educando queda resuelta.

- ¡Pues obviamente me pasó algo imbécil!, ¡Éstas cosas no son obra del espíritu santo, pendejo! ¿Alguna otra duda?

Todo mundo mira al Cangrejo con fervor, un par de muchachitas han mojado los calzones.

El hecho es que algo cabrón me pasó el 4 de agosto del 2010, está muy lejano de ser recordable, incluso, ni siquiera Del Toro podría llevarlo a la pantalla grande (y eso que es un pendejo). Pero algo que los científicos del Similares descubrieron es que las cosas pequeñas son las que enseñanzas más grandes nos dejan (hablando de citas piteras).

¿Se dieron cuenta que me aventé un chorote para llegar a una conclusión bastante pedorra?

Tal vez la cita final la plasmé muy melosamente. Tal vez haga mal en poner este post el día de hoy, pero, ¿saben algo? Ya me vale un montón y dos puñitos de reata.

Ya estoy hasta la punta del diamante de que cada que hago una broma, haga algún comentario ofensivo pero sincero, cometa algún minúsculo error, respire, y demás nimiedades, se me arme la gorda.

Es en serio, hace mucho que no me agarraba un coraje y una angustia como la de aquél día (y la de hoy también, por eso posteo esto). Las causas son varias, y cada una más incoherente que la anterior.

Para aquél que le interese el resto de la historia, pues qué pena. Sólo me limitaré a mencionar el detonante de mi enojo, frustración y de este post: “Vete que me molestas”.

P.D: Hoy también me siento de la chingada ¿se notó?