martes, 30 de agosto de 2011

Fans clavados del panbol

El futbol es un tema que en especial me gusta evitar, no por intolerante, sino porque simplemente no me gusta, no le encuentro chiste y en general, me gustan mucho más otras cosas. Pero con ese desmadre de la balacera y viendo la bola de pendejadas que han puesto en Facebook, me he animado a hablar sobre ello.

Desde hace tiempo iba a tocar el tema, y eso fue cuando los PUMAS de la UNAM quedaron campeones del torneo pasado. Había una excesiva cantidad de pendejos en las calles haciendo escándalo con sus coches, ondeando sus banderas universitarias y gritando que ELLOS habían ganado.

Aparte del puto escándalo, hicieron un tráfico de la vil chingada, pero lo que más me molestó y me dio risa y ternura al mismo tiempo, fue el pensamiento de que segurito la mayoría de todos esos nopales que salieron a la calle a festejar ni siquiera habían terminado la prepa.

El caso es que por lo general, los que aman el futbol se clavan bien cabrón en el tema, y cuando se les contradice se ponen violentos. También es chistoso cuando se ponen a llorar porque les metieron un pepinazo (más bien debería de darles placer) a su equipo favorito.

Es bien cagado, porque pareciera que sólo comen, cagan y sueñan panbol, si hablas con un aficionado a huevo te hablará del último partido o del mejor gol de la jornada, siempre siempre siempre sale en sus conversaciones el fucho.



Hoy me animé a hablar de esto por la reciente balacera que hubo en un partido en Torreón. La mayoría de la gente en Facebook se queja de la seguridad, que ya ni a los estadios se puede ir tranquilo, que en el metro también ha habido balazos y pendejadas por el estilo. Yo me pregunto: ¿Neta tan pendejos están?

Es una triste realidad que tanto la justicia como la seguridad en México apestan, y eso no es nada nuevo, ya tiene un chingo de tiempo que las cosas en este país ya van mal, así que no sé porqué se sorprende la banda de que haya habido balazos en un partido… y luego en el norte… ya ni la chingan…

Lo que más ternura me provoca, es que exijan más seguridad. Si acaso, pondrán más seguridad en los estadios, pero no en tu barrio carnal… algún caído del catre podría preguntarse ¿por qué? Fácil.

En los estadios, se hacen presentes miles de personas, todas ellas pagan un boleto para poder entrar, algunos más caros que otros, pero a final de cuentas están dando un billete, aunado a ese dinero, en el interior de los estadios se consumen cervezas (tristemente), refrescos, papás y un sinfín de productos.

A los empresarios les conviene poner seguridad en los estadios por la simple razón de que esos juegos dejan ganancias millonarias. Si se pudiera, es probable que los empresarios organizaran una patrulla de orcos en cada puerta de cada estadio en México.

Si neta quieren hacer algo por que cosas así dejen de ocurrir, lean esto con mucho detalle: “Dejen de ir a los estadios”. Así de pinche fácil. Así es más probable que les pongan los testículos en la garganta a los grandes empresarios y sólo así sus voces serán escuchadas. Con hechos, no con estúpidos estados en Facebook y con aún más estúpidos Tuits.

Si de verdad quieren algún cambio, dejen de seguir a ese equipo que tanto les gusta, me cae que su vida seguirá de patética como siempre. Si pudieran organizar a toda esa gente para que deje de ir a los estadios, las ganancias de los mismos se verían seriamente afectadas, y hasta me cae que en una de esas hasta bajan los precios de todo, que bastante falta les hace.

Neto banda, ya desapendejense y déjense de mamadas. Es mejor dejar de ir a ver unos cuántos partidos a organizar estúpidas protestas enfrente de un edificio. Con esas protestas enriquecen a la doña de las guajolotas y el atole.

lunes, 1 de agosto de 2011

Hay... esas viejas generaciones.

El otro día tuve que ir de urgencia a la TAPO (Terminal de Autobuses Poniente) para comprar un pasaje para, obviamente, irme un par de días a provincia. El caso es que una amiga me dijo que trabaja por ahí y se ofreció a acompañarme y de paso, tomarnos un cafecito para ponernos al día.

Como es costumbre la susodicha estaba retrasada, así que me detuve a comer cuando en la estación San Lázaro comenzó una tocada (musical pinche cochino) y me entretuve escuchando algo que quería parecer rock. Cuando ya habíamos comprado el boleto e íbamos saliendo de la TAPO, un señor de avanzada edad nos abordó: “Disculpen, no soy un limosnero, lo que pasa es que se me fue el camión y necesito hacer una llamada a mi familia para que me compren el boleto y me lo manden”.

Después de analizar que eso bien podría haberme pasado a mí, mi amiga y yo le dimos diez pesos cada uno, osease, el don se llevó veinte talentos, pero como bien lo había advertido el don, no era un limosnero; nos ofreció a cada uno un DVD pirata a cada uno, le dijimos que así lo dejara, que no había pedo, pero el señor insistió hasta que por fin, mi amiga comenzó a ojear las películas mientras el don me hablaba de la poca confianza que le inspiran los chilangos (yo soy mexiquense).

La chica escogió Harry Potter (como todas las chicas que traviesan la post-pubertad) y yo escogí unos videos de The Beatles. Después fuimos por nuestro cafecito endulzado con una leve lluvia y aderezado con una intrascendente pero rica charla acerca de nimiedades, terminamos nuestra dosis de cafeína y regresamos a la tocada que estaba dentro del metro y nos topamos al don que estaba disfrutando de la música metal que estaban presentando una banda de greñudos.

Estábamos esperando el metro cuando sentí una mano en mi hombro, y era el mismo don que iba más o menos para dónde íbamos nosotros. Comenzó a platicarnos de música, que no comprendía porqué a la banda le late tanto el metal, que él no le entiende, que le gustó mucho que haya yo agarrado unos videos de The Beatles. Se fue platicando unas tres estaciones y se bajó.

Y nos quedamos pensando en las viejas generaciones, como la de aquél hombre. Sé que vivimos en una cultura donde respetamos a la gente mayor, lo he vivido y lo he visto; el otro día mientras venía en el metro se subió un viejito pero demasiado grande, y se metió un santo chingadazo en la cabeza y se le hizo un chichón de tamaño considerable, un wey que se veía que estudia medicina (son inconfundibles con esas batas blancas) se lo llevó a su facultad, creo yo para curarle el putazo, que la neta sí estuvo fuerte.

Sí somos amables con los viejecitos, pero sólo con los ajenos. Con la familia es bien normal maltratar a la gente de la tercera edad, pero es más psicológicamente. El otro día estaba viendo un documental acerca del tema, y la cosa está bien triste. Recuerdo un caso en especial, un viejecillo que dijo que vivía en la calle; luego luego pensé “se murió su familia”, ¡pero no!, dijo que no era por eso, que nadie de sus hijos quería tenerlo en casa por temor a que las respectivas parejas los mandaran a la verga.

Eso a mí me parece una pasadéz de verga, por eso es que nunca voy a tener hijos, son una bola de malagradecidos hijos de perra. He dicho.